Camila Orozco

Roots of silence

(Instalación - Fotografía)

“Mira los árboles,

 están girando sus propios cuerpos

 en pilares de luz…” M.O

“Mira los árboles,

 están girando sus propios cuerpos

 en pilares de luz…” M.O

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LA ESCUCHA

Escuchar lleva al entendimiento de lo que perdura.

Presencia y silencio, como sostén: Respirar y en este sencillo acto un reconocimiento a la vida. La respiración como acto de observación, como herramienta de comprensión. El aire entra y sale y de repente ese lugar que se habita se multidimensiona. Ya no es el observador y el espacio, es el observador en el espacio, el observador a través del espacio, el observador siendo el espacio.

Entrar en los Bosques cultivando esta escucha me llevó a la comprensión de un discurso único. Hay un carácter específico en estos grandes organismos, en estas diferentes comunidades vivas llamadas Bosques. Hay un movimiento que cuenta un tiempo, un tiempo que construye un ritmo, un ritmo que establece un orden que manifiesta un equilibrio perfecto.

En esta observación activa ya no es un solo ojo el que percibe. El ojo físico se expande, el ojo mental se libera de juicio mientras el espiritual convoca una sabiduría que subyace a lo físico, a lo fenomenológico, diluyendo así una aparente separación evidenciando la confluencia de lo ausente.

Estas tribus altas, de montaña, de colina, de llanura, de mar, estas familias inteligentes y salvajes, interconectadas y solitarias a la vez, nos evidencian que el conocimiento es relación y la sabiduría es interconexión.

COMO CONSECUENCIA UNA MIRADA

La filosofía perenne nos habla de tres maneras diferentes de acercarnos a la realidad, a través del ojo físico, que percibe el mundo material, concreto; el ojo de la mente que percibe lo conceptual y simbólico; y el ojo de la contemplación que percibe lo trascendental, lo espiritual.

Aunque presentes en todos, estas tres maneras de percepción deben recorrer su camino. Como primer encuentro es el ojo de carne el que percibe ese mundo sensible, material; a medida que habito este mundo concreto el ojo de la mente se despierta y relaciona, define, crea ideas, conceptos y valores pero si logo ir mas allá de un concepto y su definición se despierta entonces ese ojo contemplativo donde lo transpersonal va desdibujando limites y mi comprensión de la realidad se vuelve mas amplia y activa.

Una mirada activa sostiene los tres ojos bien abiertos a la vez. Mas allá de ese mundo representativo de esa forma, mas allá de su concepto esta también la presencia de lo ausente, una percepción trascendental ilumina siempre un nuevo aspecto de la realidad. Lo sensible, lo inteligible y lo trascendente generando un descubrimiento infinito de lo que nos rodea, de lo que nos habita, de lo que somos.

EL SILENCIO DE LOS ÁRBOLES

 Su acallada sabiduría contiene un movimiento que bajo la observación moldea lo humano. Comunidades arbóreas que se ayudan y auto sostienen entre raíces, vientos, olores y semillas.

Un árbol por si solo no podría sobrevivir, el solo no es un bosque, aunque contenga su potencial sabiduría es en comunidad que esta florece. Juntos son guardianes de especies y del agua, juntos se cuidan y se protegen generando microclimas que equilibran, juntos detectan enfermedades sanándolas a tiempo para crecer altos, viejos y sabios.

Capas de conocimiento entretejen su axis, grabados humanos y biológicos que cuentan una historia interconectada entre los siglos, entre nosotros. Al volcar nuestra mirada hacia ellos, su centro tiene un impacto directo en nuestro centro, columna vertebral, canal central de vida, línea viva en constante proyección hacia el centro de la tierra y lo mas alto de los cielos. Nos notamos símiles e inseparables a estas estructuras de la naturaleza que nos recuerdan que como colectivo potenciamos la vida.